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Luisa Piccarreta - Sostiene y mira un Cristo


Sobre el Caracter Místico de los escritos de la Sierva de Dios Luisa Piccarreta

En las revelaciones privadas existe siempre el peligro de que quien las recibe, las distorsione al transmitirlas. Mucho puede intervenir el elemento humano y en algunos casos hasta el elemento diabólico.

He aquí el por qué la Iglesia, siempre sabia y madre, previene a sus hijos y con prudencia divina no se proclama ante muchas manifestaciones sobrenaturales; aunque algunas veces el mismo elemento humano de la Iglesia no sabe escuchar, sobre todo por falta de preparación en la materia, pero tristemente más por motivo de estarse perdiendo la fe, como es bien sabido.

El elemento humano y en algunos casos el elemento diabólico puede estar presente en las manifestaciones de origen sobrenatural divino. Cuando la persona que los recibe es inexperta y no tiene preparación, -casi todos, incluso entre aquellos que debían estar preparados-, de acuerdo al estado de vida que lleve la persona puede ser mayor o menor dicho elemento. Por eso siempre se debe tener un director espiritual que sepa distinguir y discernir, no para condenar ni prohibir, sino para hacer a un lado el elemento humano que pudiera haber y sacar provecho del elemento divino.

El peligro es máximo en las revelaciones que se producen a nivel imaginativo, como las de María de Agreda en su "Mística Ciudad de Dios", lo cual hizo que su proceso de Beatificación se detuviera, como sucedió también con Ana Catalina Emmerich. Mucho menor es el peligro de infidelidad o distorsión, en las revelaciones que se producen a nivel de la inteligencia pura, o de la palabra substancial de la cual habla San Juan de la Cruz, y que van mucho más allá de las palabras e imágenes. En este nivel entrarían por ejemplo Santa Teresa de Ávila, Santa Catalina de Siena, el ya mencionado San Juan de la Cruz, y a estos podríamos añadir otros, entre ellos a Luisa Piccarreta, de quien ahora vas a conocer algo de sus escritos.

Así, si bien en estos tiempos abundan toda clase de manifestaciones, de las cuales habría que poner cuidado para ver si todas vienen de Dios, y luego como decimos, hacer un justo discernimiento. Queremos, por eso, aclarar que en los escritos de Luisa Piccarreta no se habla de este tipo de manifestaciones imaginativas, sino de las mucho más seguras en la línea de Santa Teresa de Ávila y Santa Catalina de Siena.

Téngase en cuenta que incluso en éstas, cuando la persona que las recibe no vive su vida divina en plenitud, como hemos dicho, fácilmente podría ser engañada y así engañar a muchos, como tanto sucede en estos tiempos.

Esto mismo nos lleva a concluir que cuando la persona de la cual Nuestro Señor quiere servirse para darnos a conocer los misterios de su amor vive plenamente lo que enseña, está radicada profundamente en la doctrina de la Iglesia, en la humildad y la obediencia y por lo tanto tiene un gran amor y respeto por la autoridad eclesiástica, aunque ésta se muestre adversa, hay muchos elementos que nos pueden hacer pensar que si sean de Dios dichas manifestaciones. Es en esto en lo que siempre se fija la Iglesia y por lo tanto nuestro Dios.

Son estos signos que debe buscar siempre el director espiritual y que definitivamente debe encontrar en dichas almas, para poder empezar a llevar un cierto diálogo con ellas; y sin estos signos, aun cuando parezca que sea de Dios, habrá mucho que dudar de su procedencia divina, por lo que debe advertir al alma del peligro en que se encuentra de una ilusión psicológica o hasta diabólica, y que puede llegar a convertirse en un juguete del demonio.

Teniendo esto en cuenta, al leer los escritos de Luisa Piccarreta, especialmente para empezar el volumen primero, puede uno constatar estos signos y muchos otros que nos dan la certeza de que no se trata de un engaño, sino de una mística verdaderamente extraordinaria.