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Homilía del 18 de Junio del 2006, en la sede de los Hijos de la Divina Voluntad en Ciudad de Guatemala.


Padre Luis Pedro Rubio hdv

Resumen de Homilía:

El domingo 18 de Junio del 2006, durante la Santa Misa de inauguración de la sede de la Comunidad en Guatemala, en la Solemnidad de Corpus Christi, el Padre Pedro hdv habló de la misión de la nueva fundación y, refiriéndose a la homilía de Corpus Christi del Santo Padre Benedicto XVI, profundizó en el misterio de la Eucaristia y la vida en la Divina Voluntad.



Resumen de la Homilía
del Padre Pedro Rubio hdv


La misión de esta nueva fundación, al igual que la de la Comunidad, es hacer todo lo que esté en nuestras manos para no hacer nuestra voluntad. Conocer la Voluntad de Dios para vivir en ella. Morir a nuestra voluntad para que reine la Divina y luego darla a conocer viviéndola.

Nosotros muriendo a nuestra voluntad, para tener la misma Voluntad de Dios, somos como ese grano de trigo que debe morir para formar el alimento.

Dios se sirve del alimento más sencillo y esencial: el pan. Porque él quiere ser nuestro alimento más básico y esencial, esto es lo que quiere decir
"de cada día", pan nuestro "de cada día", que quiere decir pan esencial.

Del alimento más básico, "el pan", pasa al mas exquisito, "el vino", y para que la fruta se convierta en vino debe ser pisada, triturada. Jesús nos da el alimento más exquisito, su sangre.

Qué gran escándalo es no comulgar el cuerpo y la sangre del Señor, que es alimento y salud; y no tomándolos viene el hombre a rechazar su salud y su alimento.

Recordando la homilía, de S.S Benedicto XVI, durante la Santa Misa de Corpus Christi, nos recordaba lo que decía el Santo Padre: Tantos granos juntos, cuando mueren por un mismo objetivo, la gloria de Dios y la salvación de las almas, se hacen harina, y unidos por el agua, forman el pan, que transformado en Cristo, forma la vida de nuestras almas. Y al mismo tiempo nosotros nos transformamos en Iglesia porque somos parte del cuerpo místico de Cristo.

Todo esto nos habla de vivir en la Voluntad de Dios, que no se logra con actos separados, sino con la continuidad de los actos que forman una vida.