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HOMILIAS sobre "El Espíritu de la Verdad y el espíritu de la mentira"


Padre Pedro Rubio hdv

HOMILIA I. (Mc 8,34-9,1) 18/02/2000.



"Yo os aseguro que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios"(Mc 9,1), palabras de Jesús hace 2,000 años. El interrogante es: ¿por qué habla de que unos sí y otros no?

¿Qué significa ese "niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mt 16,24)? O aquél ¿"el que quiera salvar su vida la perderá, y el que la pierda por amor mío la salvará"(Lc 9,24; Mc 8,35)? Hoy en día, ni el cristiano, ni el católico medita en estas palabras, por aquella creencia de que el cristianismo son modos y formas, y por esto se vive mediocremente y únicamente para sentirse bien, pero, ¿quién comprende y vive ese "negarse a sí mismo"?

Recordemos algunas frases. En las Alabanzas de la 4a. semana, dice que la Divina Voluntad es vida y no virtud, y la vida está formada por actos continuos; en la primera semana dice que la santidad está formada por pequeños actos continuos; por otro lado en la parábola del sembrador, se habla de que por la inconstancia no se dio fruto. No basta entender, pues quien no es constante no hecha raíz.

¿Qué diríamos de la constancia en el negarse a sí mismo? o, ¿de la inconstancia al decir "a veces sí, a veces no, estoy cansado, ya no aguanto más, etc.", descargando la cruz, y a veces sobre los demás? y, ¿la constancia en la Divina Voluntad?

Por la constancia viene el conocimiento y el entendimiento. La raíz o la fuente de lo externo debe ser aquello que va naciendo o creciendo dentro de nosotros, el exterior debe ser el desbordamiento del interior.

Con todo esto, podemos comprender el cansancio de Jesús durmiendo en la barca, así como aquellas palabras "esta generación perversa y adúltera"(Mt 17,17; Lc 9,41), a pesar de todo, Jesús es constante en su amor. Nuestro único deseo en el corazón, y nuestro único pensamiento, debe ser el de hacer feliz a Jesús, y a veces hacerlo feliz en los demás.

Nos debatimos en una lucha, por una parte el tomar posesión y vivir en potencia este Reino de Dios, es decir, aquel "el Reino de Dios sufre violencia y sólo los violentos lo arrebatan" (Mt 11,12); por otra parte, el ver que todo sigue igual, problemas, guerras, etc. Estando este mundo así, ¿cómo se está manifestando el Reino de Dios? En medio de este mundo, este Reino se está manifestando dentro de nosotros. ¿Está creciendo dentro de ti en sabiduría, edad y gracia este Reino de Dios?, ¿estás haciendo crecer dentro de ti mismo a Jesús? Todo esto debe llevarnos a que intensifiquemos en las cosas que ya sabemos: ser constantes en el conocimiento, estar haciendo nuestros giros, vivir vida interior, aprovechar todos los momentos, alegrías, disgustos, etc. ¿Estamos viviendo todo esto en la Divina Voluntad?, ¿estamos divinizando estos gustos y disgustos?

Veamos a Jesús viviendo la plenitud de su felicidad en nosotros, es decir, la fe con obras, o las obras de tu fe, de las que Santiago habla (Sant 2,14-26). Todo esto debe darse en nosotros, y debe reflejarse también en el amor al prójimo manifestado en el servicio a los demás. Debemos aprovechar toda ocasión para dar a Jesús a los demás; viviendo un ambiente divino, pensando, respirando a Jesús, etc.