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HOMILIAS sobre "El Arbol de la Vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal"


Padre Pedro Rubio hdv

HOMILIA X. La Oración del Padre Nuestro
(Lc 11,1-4) 11/10/1999.



Cuántas cosas debiéramos considerar con respecto a nuestra oración y con respecto a la misma oración misma de Jesús. No se puede leer esta parte del Evangelio aisladamente, sino en un contexto global, sobretodo por las relaciones que tiene con otras partes del evangelio.

Podremos ir conociendo cómo es nuestra vida espiritual y nuestro entendimiento del Evangelio, en la medida en que nos vamos unificando a esta oración. Existen en el Evangelio varios lugares en los que Jesús habla directamente con su Padre Celestial, en todas estas conversaciones, siempre encontraremos similitud, por ejemplo, lo primero es siempre que el nombre del Padre sea santificado.

Padre Nuestro. Debemos encontrar significado que tiene para cada uno de nosotros el Nombre de Dios, el nombre del Padre. Con la sola meditación de la palabra "Padre Nuestro", ya entenderíamos todo demás, sobre todo que todos somos hermanos. También aquí puede venir inmediatamente la tentación y comenzar todos a comer del árbol del bien y del mal, pensando en que esto es verdad, pero no de modo absoluto, pues todos somos de diferentes lugares, de diferentes familias, etc., entonces le damos muerte al Evangelio, pues decimos: "es mentira que es Padre de todos".

Es bello el modo en que Jesús se dirige a su Padre: "Abba" (Papá, Papacito, Papacito mío, Padre). Como por ejemplo estos pasajes: "Padre te doy las gracias, Santificado sea tu nombre, porque has escondido esto a los sabios y entendidos" (Mt 11,25;Lc 10,21); "Te doy gracias Padre porque siempre me escuchas" (Jn 11,41); "Padre Glorifica a Tu Hijo, para que El te Glorifique a Ti..." (Jn. 17).

"En el Nombre del Padre" y del Hijo y del Espíritu Santo, así siempre comenzamos nuestras oraciones, la Santa Misa, en el "Nombre de Dios", bastaría entender claramente lo que esto significa para comprender el significado de todo lo demás. Es maravilloso cómo Dios habla, pero como El sabe que no entendemos, nos da otras palabras para que comprendamos la esencia: "Papá", y su significado que es: amor, comprensión, perdón, felicidad, paz, tranquilidad. Por esto hay que ser como niños: "Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mt 18,3). Niños en todos los campos, por ejemplo cuando comenzamos a juzgar (voluntaria o involuntariamente), pues siempre tendemos a ver las cosas de acuerdo con el esquema que nos hemos ido formado (formando o deformando o estructurando) en nuestro ser, pero Dios en su modo especial, no quiere construir sobre lo que ya está construido, sino que quiere arrasar y poner nuevos fundamentos para comenzar a construir de nuevo. Además, todo el Evangelio es muy claro en estas cosas: "No juzguéis, no condenéis" (Lc. 6, 37), "Sed misericordiosos" (Lc. 6, 36). Hay ciertas situaciones que el niño no entiende, reconoce que no entiende y se queda tranquilo, no le da vueltas a las cosas, sigue jugando, sigue en lo suyo.

Debemos vivir como niños sencillos, cuanto más niños menos tendremos que hacer, simplemente vivir más intensamente ese Amor; siendo niños no nos preocupamos por nada, al igual que cuando un niño pobre juega con un niño rico, que no les importa nada, los dos son desprendidos de todo, siempre y cuando no les hayan metido cosas en la cabeza, nada les importa, simplemente juegan; del mismo modo debemos ser nosotros niños pequeños, es más, recién nacidos a los que no les importe nada, sólo así podremos decir Papá en todo el sentido de la palabra, porque sentiremos al otro como a nuestro hermano, sin importarnos si lo que hace está bien o no, si es pecado o no, sin juzgar sus acciones. Para entender la palabra "Papá", tenemos que ir haciéndonos bebes, y para esto nos podemos ayudar de la palabra "Mamá"; hay que re-descubrir la palabra "Papá" y la mejor forma es a través de María en quien mejor entendemos lo que es "Mamá". Se requiere un proceso de purificación para comprender el verdadero y total significado de estas palabras; es verdad que todos tenemos traumas de toda clase, un montón de pre-conceptos, prejuicios (personales, culturales, sociales y en todos los campos), pero los eliminaremos todos cuando "conozcamos" el verdadero contenido de "Papá, Mamá, "ser niños", "no juzguéis", "no condenéis", "pobreza", en fin el Evangelio.

Santificado sea tu Nombre. Que todo nuestro ser vibre de adoración, de veneración, de amor, de emoción por el solo hecho de oír la palabra Dios, Padre, Señor, Jesús, Papá; porque ya para todos nosotros la palabra Papá tiene un significado, mientras que para muchos no, por eso no vibran y su corazón no se emociona; el escuchar estas palabras debería ser para nosotros como cuando Isabel escucho el saludo de María, que todo su ser se estremeció y hasta el niño saltó de gozo en su seno, quedando ella llena del Espíritu Santo (Lc. 1,41). Con la sola voz de María se le reveló el misterio. María es la voz del Padre, María es por gracia, todo lo que Dios es por naturaleza, entonces, la palabra de María es Jesús, el Verbo, y produce al Verbo en nuestra almas en la medida de nuestra disposición y así debe ser en nosotros, que nuestra palabra, El Verbo que sale de nuestra boca, sea Jesús. De ahí el cuidado amoroso que hay que tener para cada una de las palabras que salga de nuestra boca sea Jesús; la atención que debemos tener de dar a luz a Jesús, de dar a Jesús las almas, que todo nuestro ser no tenga otra voluntad que la de dar a Jesús, para que se vea, se conozca, y se reconozca que en cada palabra que decimos hay una veneración al padre, una adoración, un Santificar el Nombre de Dios en todas las cosas.

Para esto es para lo que estamos aquí, santificar el nombre de Dios, para darle la gloria a Papá, gloria que le han negado las criaturas, pero una gloria Divina, para darle en todos los campos la gloria, la satisfacción, la adoración, la acción de gracias, la reparación, la compensación por todo lo que le hemos hecho.

Dios es en sí mismo infinita y perfectamente feliz y por más pecadores que seamos nada puede disminuir su felicidad, es un tremendo misterio que hay verlo todo en un conjunto, con una sola mirada. Dios nos habla en nuestro lenguaje, para que nosotros luego podamos entender su lenguaje. El lenguaje de Dios es universal y en la medida en que nosotros nos vamos uniendo a su lenguaje todo el mundo nos va entendiendo más y mejor.

Lo que a Dios le duele no es la ofensa en sí misma sino el ver lo que produce sobre todo en nosotros, el efecto que causa en nosotros y como consecuencia en los demás, es decir, que somos infelices y lo que más le duele a Dios es ver infeliz a su hijo, saber que El puede hacerlo infinitamente feliz y que no puede porque está distraído en sus egoísmos, en su propia mentalidad, en su propio modo de ver, etc. Y además, como también queremos contagiar nuestro propio modo de ver a los demás, estamos haciendo infelices a los otros (y a veces con mucha inmadurez, pues vamos con quien sabe mucho menos para meterle nuestras angustias, nuestras ansiedades, nuestras dudas), y eso le duele más a El.

Lo que a Dios le duele del pecado es que nos quedemos ahí metidos, que nos hagamos esclavos aunque seamos infelices, porque El sabe que no vamos a creer perfectamente en su perdón. El reconocer su infinita misericordia, es uno de los puntos mas importantes para poder santificar su Nombre (decir: "Santificado sea Tu Nombre").

Contemplemos también cómo no obstante que Dios nos enseña la oración del Padre Nuestro al derecho, el hombre la realiza al revés, dejando para el final lo más importante: "Santificado sea tu Nombre". Veamos:

"Líbranos de todo mal". Por aquí comenzamos, nos empezamos a acercar a Dios para que nos "libre de todo mal", que muchas veces es la única razón por la que nos acercamos a Dios.

"No nos dejes caer en tentación". Luego empezamos a entender que para que nos libre de todo mal es necesario "no caer en las tentaciones", no pecar, entonces empezamos a trabajar en la luchar contra el pecado, es decir, todo el proceso espiritual del alma hasta la unión del que Jesús constantemente nos habla.

"Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Luego aprendemos que para que nos perdone las veces que hemos caído, tenemos que aprender a perdonar y que en la medida en que perdonamos se nos perdona; hasta que no aprendamos a perdonar perfectamente, olvidando totalmente las ofensas, Dios no nos puede perdonar perfectamente; es por esto que a veces nos sentimos tan mal, porque no sabemos perdonar e incluso llegamos hasta juzgar equivocadamente; el perdón significa "no juzgar y no condenar" (Lc. 6,37) (pues "con la medida con que midas serás medido" (Mt. 7,2; Mc. 4,24; Lc. 6,38)) y "perdonar setenta veces siete" (Mt. 18,22). Así pues, comenzamos a aprender a perdonar para "no caer en la tentación", para ser "librados de todo mal".

"Danos hoy nuestro pan de cada día". Aprendemos también a comer el "Pan de cada día" de la Eucaristía, y luego vamos entendiendo que este "Pan de cada día" no sólo es la Eucaristía sino también el Pan de la Voluntad de Dios que debe ser alimento continuo, y que estos son más importante que el pan material.

"Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo". Cuando pasamos del pan de la Eucaristía al pan de la Voluntad de Dios, comenzamos a "hacer su Voluntad" pero "como en el cielo así en la tierra", entendemos que este es el único modo para que venga el Reino de Dios y que todos seamos felices.

"Santificado sea tu Nombre". Solamente cuando venga este Reino, será verdaderamente "Santificado el nombre de Dios".

Hay mucho que meditar sobre esto. Pidámosle pues a Papá que venga su Reino, que lo sintamos como Papá y en consecuencia seamos llevados a ese amor fraterno, para que sin importar lo que haya hecho nuestro hermanos, lo amemos más.

Debemos llegar a llenarnos de tal felicidad que podamos decir: "No me ama nadie, sólo me ama Dios", es decir aquello que dice Luisa: "Yo sola sola y sola para ti y Tú solo sólo y solo para mí".