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HOMILIAS sobre "El Arbol de la Vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal"


Padre Pedro Rubio hdv

HOMILIA IX. (Lc 7,31-35) 20/09/1999.



Jesús en un pasaje del Evangelio dice que "a quien tiene se le dará y al que no tiene aun lo que tiene, se le quitará" (Mt 13,12; 25,29; Mc 4,25; Lc 19,26). Es muy interesante analizar el lugar en el que esto está escrito, pues antes menciona San Marcos que todas las obras se van a conocer, que no hay nada secreto que no vaya a ser revelado (Mc. 4,22).

La Iglesia nos habla de un juicio final (que está también mencionado en el Credo). Existen dos juicios: el juicio personal y el juicio universal o juicio final.

En el juicio personal estarán sólo Dios y el alma, y es en donde se decide su suerte. Ahí, delante de Dios serán juzgadas todas sus obras, en la balanza se verá el bien y el mal que ha hecho, así como el bien que ha dejado de hacer, pues muchas veces confundimos al mal con algo horrible, pero el haber dejado de hacer el bien es ya una ausencia de bien y por lo tanto es un mal en sí mismo.

A una persona le sucedió que un día se encontró con la muerte y tuvo una visión, se encontró ante el trono de Dios, vio una balanza y vio con una mirada todo el mal que había hecho en toda su vida, todo eso se puso de un lado de la balanza y entonces él sintió el peso de la justicia y el miedo de la condena eterna. Por otra parte, empezó a ver que alguien llevaba el bien que había hecho para ponerlo también en la balanza, entonces él pensó que al menos con este bien se balancearía un poco la balanza, pero cuál fue su sorpresa cuando ese bien se puso del lado del mal, de manera que del lado del bien no había nada. En ese momento comprendió que el por qué el bien había sido puesto al lado del mal, pues todo el bien que había hecho no había sido por amor a Dios consciente, y voluntariamente, sino por complacerse a sí mismo, por sentirse bien, por filantropía, etc. Entendió que estaba condenado, pero entonces escuchó que la Santísima Virgen intercedía por él y le pedía a Dios otra oportunidad. La oportunidad era que Dios le había permitido darse cuenta que andaba mal. Dios a todos, de un modo u otro, nos da esa oportunidad.

Por otra parte, el juicio universal es cuando todos veremos y conoceremos los pecados de todos, la vida de todos: el bien y el mal que hicimos, así como también el bien mal hecho. Humanamente todos piensan "¿otro juicio?, ¡qué!, ¿no le bastó el primero?", o bien piensan en la vergüenza que pasarán ante todos, especialmente ante quien los conoce. Pero como todos tendrán la mirada pura, se verá todo claramente y será todo para la gloria de Dios. Veremos la misericordia de Dios. Nadie se avergonzará, y es más, tendremos tanta luz que querremos ser los primeros para que todos vean lo pecadores que fuimos y que conozcan cuan bueno es Dios. Y será el momento de la máxima gloria de Dios y la desgracia del infierno, porque descubriremos a Dios, que todo lo perdona, que su misericordia es eterna. Será como si empezara la fiesta, aunque empieza desde el momento en que nos morimos y sabemos que estamos salvados aunque tengamos que ir al purgatorio. Así como en el mundo hay días especiales, así en el cielo también los hay. La alegría más grande tal vez será cuando veamos salvado al peor Judas jamás existido; pues como dice en el Evangelio: "Habrá más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos" (Lc 15,7). Y, ¿qué tal cuando conozcamos las intimidades de María con Dios, o de Luisa, y de cada uno de nosotros? El juicio final será una felicidad infinita, pero por la falta de conocimiento la gente se confunde, se deja confundir y confunde a los demás. Esto es lo que será verdaderamente el Juicio Final, una felicidad infinita.

Por la falta de conocimiento la gente se confunde, se deja confundir y confunde a los demás, huyen desesperadamente de Dios pero ninguno se da cuenta de lo que realmente es este Juicio. Sólo Dios es quien sabe y conoce sobre nuestras hipocresías y cinismos.

En el cielo habrá plena felicidad, allí solo se comerá del árbol de la Vida, estaremos en continuo contacto con Dios, veremos su misericordia frente a cada pecado cometido por nosotros. Dios desbordado de amor, de misericordia, de dulzura y delicadeza, esto debemos comenzarlo a vivir ahora, desde aquí. El amor de Dios es una locura de felicidad. Nunca debemos juzgar a nadie, sólo debemos amar, pidamos a Dios que nos dé su misma mirada para meternos de lleno en El, porque sólo cuando nuestra mirada esté fija en El, es cuando descubriremos todo.

Dios nos esconde muchísimos de nuestros pecados, para que no nos desanimemos, la luz es la que nos hace ver realmente cómo somos, esta es la razón de todos aquellos momentos en los que a veces nos sentimos tan mal y empezamos realmente a ver y a sentir que somos nada y así; anteriormente nos parecía que cualquier pecado por muy grande que fuera, era para nosotros nada, ahora veremos que cualquier falta o pecado por pequeño que sea es inmenso. Recordemos que no podemos quedarnos mirando esto.

Cualquier pequeña cosita vista en la dimensión divina, es una falta gravísima, cualquier mínima desobediencia, cualquier fingimiento, los vicios capitales como la pereza (que todos llevamos en nuestra naturaleza), la avaricia (no sólo de plata, sino del "YO", del "MI "), la lujuria, la ira (con qué facilidad nos enojamos aunque en diferentes grados, pero sólo con dejar entrar un grado de ella, dejamos entrar una gran ofensa a Dios), la envidia espiritual y material (el porqué a él sí y a mí no). Pero también hay que diferenciar cuándo hay un pecado mortal y cuándo no, porque podemos fácilmente caer en los escrúpulos, que no hacen bien, por eso es tan importante el Conocimiento. Es en todo esto en donde vemos el árbol del bien y del mal, pero no debemos comer de él. Dios lo hizo bello siempre, nos hace entender todo el amor y la misericordia de Dios, Debemos extender el Reino de Dios en nuestros corazones.

Recordemos y meditemos en esta frase: "Y ustedes pequeños, prepararán el camino de la Divina Voluntad, para que todos entren a gozar de este Reino"

Cuánto más vivimos, en la Divina Voluntad, más ligero se va cumpliendo el número de actos necesarios para que totalmente, venga el Reino de Dios.

Los Abortos Divinos

En cada instante Dios quiere engendrar a su Verbo, de este mismo modo cada instante que no sea vivido en la Divina Voluntad corresponde a un Aborto Divino (incomparable con un aborto humano). Es por esto que Dios nos esconde nuestras faltas, nuestros abortos Divinos. Cuando una mujer aborta, lleva por años esta cruz inmensa, esto no todos lo saben porque es algo que no debe decirse, gran diferencia existe entre un aborto humano y un aborto Divino. El Divino es en sí mismo abortar a Jesús, es impedir la Vida de Aquel que estaría vivo para toda la eternidad y para darle gloria a Dios.

Los vicios nos llevan a mayores vicios, como dice en la escritura: "Por donde uno peca, por ahí es castigado" (Sab 11,16), es decir, que en el pecado está el castigo. Nos hacemos esclavos de ellos, en vez de salir a la luz, nos metemos más en las tinieblas, porque no nos atrevemos a voltear la mirada a Dios.

Ver todo esto, sin la misericordia de Dios que abunda, pues "donde abundó el pecado sobreabundó la gracia" (Rom. 5,20), sería sumergirnos en un profundo dolor, del cual, contemplando todo sin el amor y la misericordia de Dios, sería muy difícil salir.

Tengamos en cuenta que aunque no podamos recordarnos de todas las verdades, Dios hace que las recordemos en el momento preciso, en la medida que tengamos ese firme deseo de vivir de lleno en la Divina Voluntad con la única finalidad: "La gloria de Dios". Es Dios mismo quien nos recuerda de estas cosas y es El mismo quien con su ciencia infusa suple las insuficiencias, las incapacidades, dependiendo del grado de vida en la Divina Voluntad en que te encuentres. Tienes que dejar de mirar tantas cosas y vivir sólo para la Gloria de Dios.