Suscríbase: Subscription

Vidas de Santos

Santoral Católico

Informativo diario - ACI

Informativo diario - ACI


Cargando widget...
Enlaces de la Santa Sede

Magisterio de la Iglesia

Santa Sede


chicos.divvol.org






Mapa del Sitio


HOMILIAS sobre "El Arbol de la Vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal"


Padre Pedro Rubio hdv

HOMILIA VI. Los dolores de la Santísima Virgen María
(Lc 2,33-35) 15/09/1999.



Desde el instante mismo de la Encarnación del Verbo en el seno inmaculado de María, ella comenzó a vivir su pasión, de la misma manera que Jesús; en ella se fueron reproduciendo, en su propia medida, todos los dolores de la Pasión de Cristo, pues siempre habrá una infinita distancia entre Dios y las criaturas, y así mismo, entre María y todos nosotros. La mejor manera de entender los dolores de María es meditar en la pasión de Cristo, pues es la misma pasión.

Contemplemos estos dolores a la luz de lo que hemos venido hablando en relación con el árbol del conocimiento del bien y del mal y el árbol de la vida. Podemos sufrir de diversos modos, pero si lo hacemos con la mirada fija en la luz, cualquier sufrimiento se vuelve divino, para divinizarlo debemos sufrirlo como lo sufrió María, es decir vivir cada instante en la Divina Voluntad.

El árbol del bien y del mal tiene muchos frutos, podemos comer de cualquiera de ellos y por cualquiera de ellos recibimos la muerte, produciendo en nosotros una gran cantidad de consecuencias; comer de ellos es abrir una puerta hacia gran cantidad de cosas que pueden remover todo nuestro interior, todos nuestros traumas, el pasado, en fin, todo lo que ya habíamos sepultado. Si en cambio sólo "vemos" el árbol pero no comemos de sus frutos ni nos quedamos "contemplándolo" (aunque uno no quiere contemplarlo, Dios permite aveces que esté ahí, que no pueda salir de nuestra cabeza), entonces nuestra mente y corazón estarán reparando.

Debemos contemplar cómo María Santísima habría vivido nuestras mismas situaciones y la forma en que hubiera reparado por todo eso. Por ejemplo, imaginémonos cómo habría sido la situación de María cuando quedó embarazada sin estar casada, pensemos en todas las tentaciones que pudo haber sufrido (tentaciones del tamaño de su unión con Dios): que si la iba a apedrear, qué iban a decir de ella, si su hijo era realmente de Dios o sólo vivía de ilusiones ficticias, etc. El mismo Jesús fue tentado, pero no se quedo observando la tentación, no obstante la tentación duró largo tiempo, no fue sólo un instante; ante la tentación dijo "No y basta", volteó la mirada.

Todas esas cosas (las tentaciones) causan un dolor, que debemos aprovechar para hacer reparación, por ejemplo por cuantos han recibido esas tentaciones y caen, y cuando lo vivimos como María se transforma en un sufrimiento Divino diferente del sufrimiento humano.

Comer del árbol de la Vida es alimentarnos del alimento de la Voluntad Divina, no es otra cosa que alimentarnos y comer a María todo el día. Como sea nuestro alimento será nuestra vida, así por ejemplo en la vida material, quien no come se vuelve anémico y sufre las consecuencias. Si nuestra voluntad humana se alimenta para su propio gusto, entonces se fortalece, haciéndose cada vez más rebelde en contra de la Voluntad Divina. La Divina Voluntad llegó a nosotros cuando ya estábamos bien alimentados de voluntad humana, por lo que tenemos que empezar a debilitarla, hasta que muera, para que ya sólo viva la Divina Voluntad: esta es la verdadera penitencia.

La Verdadera Penitencia. Antiguamente los santos hacían penitencia, sacrificios, hacían ayunos, tomaban disciplinas, etc., para estar dando muerte a su voluntad y estar constantemente recordándose de hacerlo. Ahora nosotros también entendemos que la verdadera penitencia es morir a la voluntad humana, debemos ir aprendiendo poco a poco que debemos darle muerte, hasta llegar a que cada instante sea un recordar esto, hasta el punto en que vivamos la penitencia perfecta que es estar amando a Dios continuamente y en todo momento.

La Pobreza lleva a dar muerte a la voluntad. Al principio cuesta darle muerte a la voluntad humana porque está buscando en todo momento su satisfacción y no quiere ser pobre de sí misma. Es muy importante lo que Jesús dice de la pobreza, que se refiere sobre todo a la pobreza interior, aunque también a la exterior pues a veces las cosas externas no nos permiten crecer (he aquí el por qué en comunidades religiosas se hace el voto de pobreza). Debemos aprender a no querer nada, sino sólo a Dios, a ser ricos de Dios y pobres de todo lo demás, pero si alimentamos nuestra naturaleza con otras "riquezas" ésta se revela. Si somos pobres de espíritu no estaremos alimentando las tentaciones y llegará el momento en que seremos Luz en tal forma que la tentación no se nos podrá acercar, y esto no por que el espíritu de la mentira haya dejado de existir, sino porque, de un modo increíble, será para nosotros como si no existiera, porque aun en él (en el espíritu de la mentira) veremos el amor de Dios, no porque él ame sino porque todo lo que Dios permite que suceda a través de él es amor. La luz cada vez se va haciendo más clara, hasta que podamos decir que aun la media noche es como pleno mediodía.

Todo esto explica por qué el infierno está dentro de cada uno, en la voluntad. Ahora bien, todo lo que Dios hizo lo hizo bueno, y Dios nos da el poder de transformarlo todo en bien y en luz, pero si nosotros no queremos recibir el bien, la luz que Dios nos da en todo, entonces tendremos un vacío eterno de todos los bienes que Dios nos quiere dar. Si Dios había establecido darnos una luz, y no la recibimos, tendremos un vacío de luz; si había establecido darnos una Verdad más, no recibiéndola, recibiremos una confusión más, una ausencia de Verdad. Y así se va formando en las almas el infierno, la desesperación absoluta, porque haciéndole caso a las tentaciones y al espíritu de la mentira sufrimos aquí el infierno: nos quedamos mirando la mentira, la tentación, etc., en vez de voltear la mirada y mirar sólo a Dios. Contemplemos pues cómo la Virgen María vivió todas estas cosas, transformando todo en luz y reparación. Por ejemplo cómo vivió María su embarazo y toda la situación de su momento; seguro que no como nosotros en forma humana diciendo: ¿Pero cómo se le ocurre a José armar viaje ahora para Belén? y ¿cómo me va a llevar en un burro, sabiendo cómo estoy, y por esas montañas? ¿que tal que se resbale el burro? y ¿será que ya le dio comida al burro? y etc., etc.... y seguiríamos pensando: "no es posible que el Padre Celestial con toda su omnipotencia divina pueda permitir que esto suceda, que por medio de un sueño se le diga a José que vayan a Belén, y luego resulta que no hay lugar, y que nazca en un establo, que no haya un lugar decente..." también diríamos "¿Será que en verdad es el Hijo de Dios?, ¿no ha de ser más bien hijo de Satanás, y que por eso Dios no hace nada?". Estos son razonamientos lógicos para nosotros.

Ahora, ¿Qué pasaría si alguien quedara embarazada sin tener esposo? ¿alguien le creería que fue Dios? Si ella se pone a contemplar todo lo que a su alrededor van a decir, lo que van a pensar, etc., entonces se angustia, pero si en cambio no le importa y se sumerge en la Divina Voluntad, vivirá en paz, como María que sólo decía con simplicidad "Fiat" y vivía su vida interior, estaba pensando siempre en el Verbo que tenía en su seno y no tenía tiempo para pensar en más.

Vivámoslo así, pensemos en el Verbo que tenemos y no en lo que va a suceder o en lo que ya sucedió, vivamos el presente que vive en nosotros.

Así como vino Jesús y no le recibieron, no le conocieron, así viene el Reino de Dios, y no sea que no le recibamos porque no estamos preparados, porque no le conocemos. Todo lo que pasó con Jesús es profecía del Reino de Dios, es anuncio, es Evangelio de la Buena Nueva, Jesús es el anuncio y plenitud del Reino de Dios. Veamos cómo nació Jesús, ¿cómo empezará a nacer externamente el Reino de Dios? Si nosotros seguimos llenos de prejuicios, escándalos, inmadureces, sin obediencia, y creyendo que lo sabemos todo porque tenemos varios años en la Divina Voluntad, y que ya entendimos todo, que Dios nos dio ya todo, y que estamos preparados para juzgarlo todo, si pensamos así estamos muy equivocados, no hay que olvidar que llevamos seis mil (6,000) años comiendo del árbol del conocimiento del bien y del mal, mientras que poquísimo de la Divina Voluntad, así que dediquemos a comer más.