Nació en el año 100, descendiente de una familia helénico-pagana. Fue llamado "el filósofo y mártir" por Tertuliano y otros escritores antiguos. Filósofo, por su amor apasionado a la verdad. Mártir, porque aceptó con absoluta fidelidad la revelación divina y dio testimonio de ella con la vida, con la palabra y después con su sangre. Es considerado como el más grande apologista del siglo II. Fundó una escuela en Roma, en la que tuvo por discípulo a Taciano.
Justino estaba convencido de que el cristianismo era odiado y perseguido porque era desconocido o mal conocido, por eso buscó exponer la doctrina cristiana, y en sus dos apologías, dirigidas una al emperador Antonino Pío y otra a sus sucesores Marco Aurelio y Lucio Vero, suplicaba que cuando juzgara a los cristianos se dejara llevar por la justicia, la piedad y el amor a la verdad.
San Justino también escribió el diálogo de Trifón, contra los judíos que son hostiles a la religión cristiana considerándola como una deformación de la religión judía. Basándose en el Antiguo Testamento, Justino buscó demostrar a los judíos que su religión, aunque no es errónea, es incompleta, porque no reconocieron en Jesucristo al Mesías prometido. Fue decapitado junto con otros seis mártires en Roma hacia el año 165 por orden de Junio Rústico.