A propósito del Sínodo de obispos 2008:
"La palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia".
Exposición clara y aplicación práctica
sobre el método de
la Lectura Orante
de la Biblia o Lectio Divina.
El método que hoy se ha popularizado como Lectura Orante de la Biblia hunde sus raíces en lo que durante siglos se ha conocido como Lectio Divina.
El primer autor que utiliza esta expresión es Orígenes (s. III d.C.).
« Dedícate a la lectio de las divinas Escrituras; aplícate a ella con perseverancia. Comprométete en la lectio con la intención de creer y agradar a Dios. Si durante la lectio te encuentras ante una puerta cerrada, llama y te la abrirá el guardián, de quien Jesús dijo: "El guardián se la abrirá". Aplicándote de este modo a la lectio divina, busca con lealtad y confianza inquebrantable en Dios el sentido de las divinas Escrituras, que en ellas se encuentra oculto con gran amplitud. Ahora bien, no te contentes con llamar y buscar: para comprender los asuntos de Dios tienes absoluta necesidad de la oración. Precisamente para exhortarnos a la oración, el Salvador no sólo nos dijo: "buscad y hallaréis", y "llamad y se os abrirá", sino que añadió: "Pedid y recibiréis" » (Orígenes. Carta a Gregorio, 4).
Con el término lectio divina Orígenes quiere señalar una lectura de la Biblia que contemple estos dos aspectos:
a) Se trata de una lectura que no se queda sólo en el sentido literal del texto, sino que busca su sentido espiritual.
b) Debe tratarse de una lectura continuada, es decir, encarar un determinado libro de la Biblia e ir leyendo y meditando párrafo a párrafo con cierta periodicidad (por ejemplo, un párrafo cada día hasta terminar el libro).
Esta lectura debe hacerse con la guía de un maestro que imparte enseñanza a toda la comunidad.
Coinciden los estudiosos en atribuir a Guigo, un monje cartujo del s. XII, la sistematización de la lectio divina en cuatro pasos o peldaños. Estos son:
1. Lectura
2. Meditación
3. Oración
4. Contemplación
1. Lectura: Es la lectura atenta y pausada del texto para captar su sentido literal, simplemente lo que dice allí. Es el momento que me obliga a ver lo que dice la Biblia, y no lo que yo creo que dice.
Una forma sencilla de hacer este primer momento de la lectura es con la pregunta: ¿Qué dice el texto?
2. Meditación: Luego de ese primer momento en que comprendí lo que dice el texto, llega el momento de aplicarlo a mi vida. Porque creo que Dios me habla en la Biblia, no busco en ella sólo una bella obra literaria, sino una palabra que tiene algo para decirme en mi realidad y en mi situación concreta.
Para resumirlo en una pregunta, este paso nos plantea: ¿Qué me dice el texto a mí?. O, si leemos en grupo: ¿Qué nos dice a nosotros, a nuestra comunidad?
3. Oración: Dios me habló en el texto. ¿Y ahora yo qué le digo? Una vez que he confrontado mi vida con la Palabra de Dios, desde mi propia experiencia, la oración surgirá de diversas maneras. Los maestros espirituales recomiendan aprovechar los salmos o las palabras que el mismo texto nos brinda para rezar.
Este paso se nos presenta con la pregunta: ¿Qué le digo a Dios? O, si leemos en grupo: ¿Qué le decimos a Dios?
4. Contemplación: Llegamos hasta este último peldaño, y ahora el esfuerzo humano ya no cuenta. La contemplación es regalo de Dios. Es su Espíritu que pone en nosotros el conocimiento sabroso de Dios. Es cierto que Dios regala estos dones cuando quiere y donde quiere, con o sin lectio divina previa. Pero también es cierto que el encuentro con la Palabra de Dios es un camino cierto para el encuentro con Dios mismo.
Los autores modernos agregan por lo menos dos pasos a estos cuatro peldaños desarrollados por el monje Guigo. Uno al principio y otro al final.
El primero, antes de la lectura, es la oración. Invocamos al Espíritu Santo como guía y maestro en la lectura de la Biblia.
El último paso, luego de la meditación, es la acción. Es "bajar" de ese Tabor para transformar el mundo con el amor que Dios nos ha comunicado.
Los métodos modernos de estudios bíblicos
Los actuales estudios científicos y académicos de la Biblia nos brindan un excelente auxilio para la práctica de la lectura orante. Los maestros espirituales insisten en que la lectura orante no es un momento de estudio sino de oración. Sin embargo, se podrá aprovechar mejor el paso de la lectura, el momento objetivo de encuentro con el texto, si tengo elementos que me permitan entenderlo mejor.
La Pontificia Comisión Bíblica publicó en el año 1993 un precioso documento llamado "La Interpretación de la Biblia en la Iglesia". Allí hace una presentación y evaluación de los distintos métodos que se utilizan en el ámbito académico y en otros ámbitos eclesiales.
Es pertinente tener en cuenta la definición que el documento nos da sobre los actuales métodos de estudio.
Por método exegético comprendemos un conjunto de procedimientos científicos puestos en acción para explicar los textos. Hablamos de "acercamiento" cuando se trata de una búsqueda orientada según un punto de vista particular. (La Interpretación de la Biblia en la Iglesia, nota a la Introducción)
Vemos aquí reflejados los dos primeros pasos de la lectio divina. El método exegético corresponde al primer peldaño, la lectura, el momento objetivo. El acercamiento contribuye a subir el segundo peldaño, la meditación, el momento subjetivo, el punto de vista particular de la persona o comunidad que lee.
Antes de la lectura, invocamos al Espíritu Santo.
Nos podemos servir de alguna de las oraciones de la Iglesia (el Veni Creator, por ejemplo)
Tomamos este pasaje del evangelio de Marcos:
Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó acompañado
de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timoteo,
Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse
de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar:
- ¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!
Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho
más:
- ¡Hijo de David, ten compasión de mí!
Jesús se detuvo y dijo:
- Llamadle.
Llaman al ciego, diciéndole.
- ¡Animo, levántate! Te llama.
Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús.
Jesús, dirigiéndose a él, le dijo:
- ¿Qué quieres que te haga?
El ciego le dijo.
- Rabbuní, ¡que vea!
Jesús le dijo:
- Vete, tu fe te ha salvado.
Y al instante, recobró la vista y lo seguía por el camino.
(Mc 10,46-52, versión de la Biblia de Jerusalén)
Una vez leído pausada y atentamente este texto, vamos a aplicarle algunas herramientas del método exegético. Este método, como dice la definición, consiste en un conjunto de procedimientos científicos, es decir que tenemos procedimientos diversos para estudiar aspectos diversos del texto. Los procedimientos se agrupan en dos grandes conjuntos: el método histórico - crítico por un lado y los nuevos métodos de análisis literario por otro.
A) Algunos aspectos del método histórico-crítico fácilmente aplicables a la lectura orante tienen que ver con estas preguntas:
B) Algunos aspectos de los nuevos métodos de análisis literario aplicables a la lectura orante son:
Las preguntas anteriores nos permiten señalar cuál es la diferencia entre la situación inicial y la situación final: Bartimeo ha cambiado completamente de situación: era ciego y ahora ve, estaba sentado al borde del camino y ahora está en el camino, estaba solo y ahora está con Jesús y su grupo. También podemos suponer que al recobrar la vista e incorporarse a la comunidad habrá dejado de mendigar.
También en el grupo que viene con Jesús hubo un gran cambio de situación. Primero querían hacer callar a Bartimeo, después, por la palabra de Jesús, cambian de actitud.
Y también hay un cambio en Jesús, porque iba caminando dejando la ciudad pero se detuvo frente a este pedido, no siguió adelante porque Bartimeo lo frenó.
Mirando estos cambios, me animo a hablar de dos milagros: la curación de Bartimeo es uno, pero no es menos milagroso que un grupo de gente que quiere hacer callar al necesitado termine siendo instrumento para que el necesitado resuelva su situación. ¡Ese sí que es un milagro muy necesario hoy! (Y con esto ya me estoy adelantando al próximo peldaño). [1]
De la lectura atenta, surgen en seguida pistas para la meditación.
Me regocija saber que Jesús se deja cambiar de rumbo ante mi pedido, que va a detenerse para escucharme a mí. Pero también pienso que a veces los reclamos de los necesitados me molestan y busco acallarlos o prefiero no oír.
Quiero tener como maestro de oración a Bartimeo, que sabía qué pedir, cómo pedir, dónde pedir y no se dejaba tapar la boca ni siquiera por los que estaban cerca de Jesús. Bartimeo pedía limosna, pero cuando Jesús pasó, pidió lo que realmente quería, que era ver. Quiero tener esa franqueza y esa libertad delante de Dios, y pedirle lo que realmente necesito para mi vida. Sin palabrerías ni oraciones floridas ni fórmulas de otros, con mi necesidad.
En este momento de la meditación, es bueno recordar que evangelio quiere decir "buena noticia". ¿Qué buena noticia tiene este pasaje para mí? Así como para Bartimeo fue buena noticia su cambio de situación.
Los modernos estudios bíblicos también nos ayudan en este paso de la meditación. El documento mencionado habla de "acercamientos", más precisamente de "acercamientos contextuales", para señalar los métodos que trabajan desde un aspecto subjetivo.
Vale por último reforzar un aspecto esencial en la meditación. Como les digo coloquialmente a mis alumnos: "acá no valen las frases de estampita". Si el fruto de la meditación es: "Jesús quiere que recemos con confianza", no hemos avanzado mucho. Podemos decir esa frase también sin leer este pasaje del evangelio. La meditación debe ser concreta, debe llevarme a poner nombre y apellido a los personajes, tengo que llegar a hablar de acciones que conozco, de cosas que pasan en mi vida, de situaciones que puedo describir. Sólo así podré después, en la acción, dejar que la vida sea transformada. Si no hacemos más que sacar conclusiones generales o frases vagas, nada cambiará.
Tal vez llegados a este punto nos hemos identificado con los acalladores y encontramos que tenemos que pedir perdón. Pedimos perdón y seguimos caminando.
Con Bartimeo, maestro de oración, pedimos lo que realmente queremos para nuestra vida: "Jesús, para y mírame, necesito esto. Jesús, tengo esto otro que no me deja caminar, haz que me mueva." Y si no sabemos qué pedir ni por dónde caminar, repitamos con Bartimeo: "Maestro, que yo vea".
Si yo soy el ciego al borde del camino, me alegro con la buena noticia de la llegada de Jesús. Jesús está parando todo para venir a atenderme a mí. Y mi oración agradecida se convierte en saltos y movimiento a lo largo del camino.
Una oración de alabanza en este caso puede hacerse con las palabras del salmo 146 (145), 8-10:
Yahve abre los ojos de los ciegos
Yaveh a los encorvados endereza,
Yaveh protege al forastero
a la viuda y al huérfano sostiene.
Ama Yaveh a los justos,
mas el camino de los impíos tuerce;
Yaveh reina para siempre,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Quiera Dios que llegados a este momento podamos experimentar el consuelo de la mirada de Jesús sobre nosotros, atendiendo a nuestra necesidad. Que el Espíritu Santo nos comunique la fortaleza para ponernos en camino, sin miedo a los acalladores y sin peso que nos detenga.
Si la meditación fue concreta, si le pusimos rostros de hoy a los personajes, el Espíritu nos abrirá los oídos para escuchar a quienes gritan hoy, para acercarnos a ellos y para dejar nuestras cegueras. Nos impulsará a buscar las formas nuevas y creativas para que nadie, varón o mujer, chico o grande, se quede al borde del camino o sin poder participar. En este momento de proyectarnos a la acción se hace también más fecunda la vivencia comunitaria. No podremos hacer todo solos, será una gran riqueza poder encarar acciones conjuntas, en comunidad. Aquí es donde este artículo y esta profesora se quedan sin palabras. Bartimeo tiene rostros diferentes y requiere, en cada caso y en cada situación, de una acción concreta que posibilitará el cambio.
Aquí de nuevo, querido lector, querida lectora, te dejo trabajo para hacer.
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[1] Las preguntas orientadoras que presento aquí no llegan a agotar estos métodos. Son sólo una muestra de algunos aspectos del texto que se descubren trabajando un poco más sistemáticamente que lo que hacemos en forma espontánea. Aún quedan muchos aspectos del texto para trabajar. Por citar sólo uno, la cuestión de los diversos títulos con que es nombrado Jesús.