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Comentario sobre la película "The passion of the Christ"
La pasión de Cristo)


hdv. Marzo 2004.

¿Por qué la pasión en estos tiempos?
¿Cómo debe ser nuestra reflexión?
Meditemos también en la Pasión Interna.



Son muchos los comentarios que se han hecho alrededor de esta película, que ha tenido tanto éxito entre todos aquellos que por diferentes razones han ido a verla. 

Muchos se preguntarán: ¿Por qué el mundo está tan desequilibrado, con tantas leyes inicuas, que son la ruina de las almas? Y Jesús nos ha dado la respuesta: 

"Hija mía, el mundo se ha desequilibrado porque ha perdido el pensamiento de mi pasión. En las tinieblas no ha encontrado la luz de mi pasión que le daba claridad, que dándole a conocer mi amor y cuántas penas me cuestan las almas, podía volver a amar a quien verdaderamente la ha amado; y la luz de mi pasión, guiándolo, lo ponía al seguro de todos los peligros. En la debilidad no ha encontrado la fuerza de mi pasión que lo sostiene; en la impaciencia no ha encontrado el espejo de mi paciencia que le infunde la calma, la resignación, ya que frente a mi paciencia, avergonzándose, se empeña en dominarse a sí mismo. En las penas no ha encontrado el consuelo de las penas de un Dios, que sosteniendo las suyas, le infunde amor al sufrimiento. En el pecado no ha encontrado mi santidad, que haciéndole frente, le infunde el odio a la culpa. ¡Ah, en todo ha abusado el hombre, porque se ha apartado en todo de Quien puede ayudarlo!

Por lo tanto, el mundo ha perdido el equilibrio; ha hecho como un niño que ya no ha querido reconocer a su Madre; como un discípulo que, desconociendo al maestro, no ha querido escuchar ya sus enseñanzas, ni aprender sus lecciones. ¿Cuál será la suerte de este niño y de este discípulo? Serán el dolor de ellos mismos y el terror y el dolor de la sociedad. En esto se ha convertido el hombre: terror y dolor, pero dolor sin piedad. ¡Ah, el hombre empeora, empeora siempre, y yo lo lloro con lágrimas de sangre!" (S.D Luisa Piccarreta. Volumen XI, 2 de febrero de 1917 )

Es muy providencial el hecho de que Dios haya querido, en su infinita bondad y misericordia, mostrarnos a toda la humanidad algo de lo que Jesús sufrió por amor a nosotros, para vencer al hombre con su amor, y éste viera que, a pesar de haber ofendido a un Dios tan bueno con toda suerte de pecados y ofensas, Él nunca tuvo ningún sentimiento de rencor o indiferencia, sino que al contrario, nos amó hasta el extremo, tanto que murió en la cruz porque nos ama y para que jamás nos quede alguna duda de su amor.

Ahora bien, como nos lo dice Jesús, conociendo todo lo que Él sufrió nos sentiremos impulsados a amarlo como Él mismo nos amó, y de hecho, este sentimiento se ha manifestado en todos aquellos que con un corazón sincero han visto esta película.

Pero para que este impulso de amor a Dios, que muchos han experimentado y experimentarán al ver esta obra cinematográfica, dé frutos de santidad para la gloria perfecta de Dios, debemos perseverar en el amor, debemos hacer todo lo que sabemos que a Dios le agrada, en fin, debemos hacer y vivir siempre en su Santa Voluntad. Que no nos vaya a suceder lo que le sucedió a las primeras tres clases de semillas de las que nos habla la parábola del sembrador:

En la primera semilla, la palabra de Dios no dio fruto porque el hombre no meditó en la palabra de Dios, no la entendió, y el maligno le arrebató lo que fue sembrado en su corazón. Es como aquellos que ven la película y no siguen pensando en Dios ni tratan de profundizar en sus misterios: vida, pasión, muerte, resurrección, etc. o la ven sin espíritu de humildad y sencillez.

En la segunda semilla, la palabra de Dios no dio fruto porque, a pesar de haber recibido la palabra de Dios con alegría, con llantos, con emociones, el alma no llega a perseverar, sino que es inconstante, no tiene raíces en sí misma, cree por un cierto tiempo, pero a la primera persecución del mundo, de sus familiares y amigos, de las vanidades, etc por causa de la palabra, al instante se escandaliza y queda sin dar frutos.

En la tercera semilla, la palabra de Dios no dio frutos porque las preocupaciones del mundo, el engaño de las riquezas y los placeres de la vida, ahogaron la palabra y quedó sin dar fruto.

La cuarta semilla cayó en tierra buena y dio frutos. Es el hombre que la entendió, que después de haber escuchado la palabra de Dios con un corazón bueno y sincero, la guarda y produce fruto con su perseverancia. 

El mundo tratará de desacreditar y hablar mal de esta película, como de hecho, desde que se inició el rodaje se le ha criticado y juzgado su contenido, juzgando así los Evangelios, la palabra de Dios, la Verdad, que es Jesús mismo. Pero de todas maneras la Voluntad de Dios y su amor triunfarán siempre. Por eso Jesús nos dice:

"¡Oh inicuo mundo, tú estás haciendo de todo para arrojarme de la faz de la tierra, para desterrarme de la sociedad, de las escuelas, de las conversaciones, de todo; mientras yo te estoy preparando una era de amor: la era de mi tercer Fiat. Tú seguirás haciendo todo lo posible para desterrarme y yo te confundiré con mi amor, estaré detrás de ti, me encontraré delante de ti para confundirte de amor; y de donde tú me has desterrado yo levantaré mi trono y reinaré más que antes, pero en un modo más sorprendente, tanto que tú mismo caerás a los pies de mi trono, como atado por la fuerza de mi amor! " (S.D Luisa Piccarreta. Vol XII, 8 de febrero de 1921)

 A pesar de todo el mal que el hombre ha provocado, Dios lo confundirá con su amor para que regrese a "la casa de su Padre Celestial", y ésta obra cinematográfica ha sido uno de esos estratagemas amorosos que Dios ha usado con el hombre para atraerlo a sí. Por lo que se puede ver en esto un signo de la misericordia de nuestra Padre Celestial, que quiere que todos los hombres, de todas los pueblos y naciones, se conviertan y se salven; es decir, que se conviertan en Cristo mismo y sean santos como Dios lo quiere: siendo UNO como el Padre y el Hijo son UNO, siendo perfectos COMO el Padre Celestial es perfecto.

Mas no debemos detenernos sólo en lo que la Humanidad de Jesús sufrió externamente, sino que tenemos que contemplar sus penas interiores, la penas que la Divinidad le hacía sufrir para reparar por cada ofensa específica de cada criatura, de todos los tiempos.

Las penas que soportó Jesús en el curso del último día de su vida en la tierra no fueron más que una sombra e imagen de todo lo que sufrió interiormente durante toda su vida, desde su concepción. Entonces, si así tan desgarradoras y crueles fueron los sufrimientos que padeció en su pasión externa, ¿cómo habrá sido su pasión interior, en la que sus penas se multiplicaban por cada ofensa que recibía? De manera que Jesús fue coronado tantas veces de espinas por cuantas veces las criaturas consentían  malos pensamientos; Él sentía tantos clavos por cuantas obras indignas hacíamos; tantos golpes por cuantos placeres ilícitos, etc. y una pálida muestra de su sufrimiento interior nos lo da a conocer en el Huerto de Getsemaní, cuando sudó abundantemente sangre.

Así que su pasión se le renovaba en cada instante y aún hoy se le renueva con las malas acciones de los hombres y sus faltas de amor a Dios. Pero su pasión también se le renueva, de una manera muy especial, en la Eucaristía. 

Para concluir, los invito a meditar y adentrarnos más profundamente en ese misterio del Dios que se hizo hombre y murió en la cruz por amor a la criatura; y a ofrecernos, en cada instante de nuestras vidas, como víctimas vivientes inmoladas para la gloria del Padre.

En la Voluntad de Dios... Siempre.